Si algo me ha regalado esta maldita pandemia, es tiempo. Tengo tiempo para muchas cosas. Puedo empezar, por ejemplo, por tiempo para romperme la cabeza, tiempo para buscar nichos de mercado, tiempo para aprender, tiempo para crear, tiempo para leer, tiempo para cuidarme, tiempo para … Tengo una lista enorme de “tiempos para”, mientras el trabajo se va abriendo camino y mis acciones van tomando forma.

Pronto -a lo largo de este semestre, horizonte temporal corto visto como la unión de meses, o podría ser larguísimo si lo midiese día a día, eso depende de cada uno- verán la luz muchas cosas que he impulsado en el inicio del mismo. Este tiempo desde que empezó el 2021 ha sido muy productivo, mucho, aún no sé el alcance, pero presiento que tiempo aprovechado. Tanto es así que hasta a mí me sorprende, pero es que no todo lo que en el presente aparece teñido de negativos, lo seguirá siendo en el futuro. Y eso es algo que he aprendido con los años, con la experiencia…

Y es que le acabo de dar  “la vuelta al jamón” (expresión que me provocó la risa nada más entender su significado y que me parece de lo más apropiada). Me la ha enseñado mi marido, no sabemos de dónde la aprendió él y dicha desde la elegante flema británica, como suelen ser sus expresiones, te arranca una sonrisa. De repente, cumplir 50 tiene un propósito, “darle la vuelta al jamón”, con lo cual, me da aún más libertad para ser yo misma.  Me muero de la risa al usar la expresión y me la quedo AlbertoGiulianotti, para siempre. ¡¡Me siento preparada para darle la vuelta al jamón!!

Pero además es que, si ya de por sí me gusta cumplir años, esta vez, con la posibilidad de «darme» la vuelta a lo que yo quiera, es todavía más especial. Puedo darle una vuelta más a lo que hago, puedo atreverme con más cosas, puedo sentirme incluso en el vacío de esta pandemia sin miedo, puedo decir mejor las cosas como las siento y pienso, y callar aquello que en realidad no me importa, pues aprender esta parte da mucha paz. ¡Maravilloso! Ser una misma tiene mucho que ver con el sentir y el pensar en armonía, encontrando la coherencia y permitiéndome algunas incoherencias para luego arreglarlas, si así lo decido.

La cuestión -que me pierdo-es que quería avanzar que esto que escribo no tiene nada de “ejecutivo”, que es a lo que me dedico, o sí, según la lectura que le hagas. Este post va de lo personal y diría que dirigido a personas jovenes a quienes un ejemplo les pueda ayudar, y es que no hay nada más importante que las facetas personales de cada uno.

Cuando una puerta se cierra, dale las gracias, pues seguro que otras puertas te están esperando.

Ahora no te lo crees, pero te aseguro que, si sabes ser cada vez más tú, y ver las oportunidades, el mundo de las puertas cerradas te brinda paso a otro mundo que te está esperando con las puertas abiertas.

Aquellos que tenemos más años viviendo en este planeta, sabemos que es así. Se me ocurren unas cuantas puertas que se me cerraron, y otras tantas al otro lado que se me abrían, y he de confesar que ya solo por diferentes, eran mejores. Pero es que, además, una vez analizado a conciencia, de verdad lo fueron, aseguro que han sido “mis puertas cerradas”, aquellas que me han traído hasta aquí y a vivir la vida que quiero vivir (aunque ahora me falta poder seguir viajando, pero ya llegará, mientras me entretengo descubriendo montes y riscos que había dejado de lado y ahora estamos recorriendo, ¿lo ves? Más oportunidades)

Varias puertas se cerraron a la vez.

Una de las primera puertas que se me cerraron fue mi primera ruptura amorosa a los 20 años, cuando con esa juventud creía que lo era todo  ( escribo hoy sobre esto porque son demasiadas personas jóvenes las que sufren sus rupturas amorosas y les quiero mostrar los caminos que se abren, aunque ahora estén ciegas)

Después de 4 años de intensa relación con sus luces y sombras, aquello se acabó y además terminó mientras yo estaba en medio de un complejo proceso de duelo por la muerte de mi padre, que había fallecido 1 año antes. Complejo de digerir, no había superado un duelo tremendo y me metí en otro. Abordar dos duelos a esas edades y sin ayuda profesional fue muy duro, pues no sabía. Digo “sin ayuda” porque si hubiera ocurrido hoy, seguramente hubiese recurrido a algún especialista en duelos. Pero en los años 90 y 91 eso de los especialistas se veía tan solo para personas con patologías severas, y no era mi caso. Únicamente necesitaba superar esas dos situaciones por las que el mundo parecía que se me iba a terminar.

Qué hacer cuando algo inesperado llega a tu vida

No trataré hoy el duelo que hice por la muerte de mi padre, pues podrás imaginar que ha sido el más costoso y complejo, y añadiré que también muy largo hasta llegar al cierre. Tan solo adelantaré que entré en bloqueo y que en cuanto pude reaccionar, opté por la estrategia de la huida hacia adelante. Los primeros años, no fui capaz de afrontar y me resultó más fácil correr. Otro día profundizaré en ello, pero te aseguro que he corrido literalmente por el mundo y el intelecto. Así me salvé.

Deberíamos hacer duelos conscientes cada vez que sufrimos una ruptura dolorosa e inesperada: de vida, de pareja, de trabajo, de amistades, de ciudad, de casa, de personas…Y por eso deberíamos aprender a vivir las fases del duelo para aprender, y  así los procesos serían cada vez más cortos llegando antes a la aceptación. Pero esto aún no lo hacemos, sigue siendo un tema tabú y que cada uno gestiona como puede. Aunque te diré que la doctora Elisabeth Kübbler-Ross ha investigado mucho al respecto y nos enseña a caminar en esa desconocida travesía. Tampoco la conocía por aquellos años, ahora sí y recomiendo sus enseñanzas.

La cuestión es que también yo, al igual que tú que puede que estés sufriendo una ruptura de pareja dolorosa o un giro radical en tu vida (porque no hubieses elegido tú este camino, sino continuar a pesar de los pesares), pensé que se me acababa el mundo.  Sí, es algo común. Y si todavía estás en la negación del hecho, esperando que todo vuelva a ser como antes, al menos date cuenta de que es tu fantasía, pero la realidad es otra. Te voy a confesar, que mi mejor regalo en esta vida, en cuanto a mi faceta como pareja, fue aquella ruptura. Mi mejor regalo en cuanto a mi persona como individuo, fue aquella ruptura. Nunca tendré suficiente agradecimiento.

Y te preguntarás qué fases hay que recorrer.

Es posible que pienses que a toro pasado es fácil de decir (solemos pensarlo). Claro, en aquel momento lloré, pataleé, sufrí…claro que sí, lo normal ante una ruptura inesperada con la que no sabes lidiar a esas edades, para la que nadie te ha preparado y sin manual, es como querer bucear con bombonas, pero sin oxígeno. Desde el momento en que fui capaz de superar la negación, el cabreo que me vino después, negociar conmigo que aquello ya no volvería hacia atrás y superar la enorme tristeza que me invadió, por fin vino la aceptación. Y desde esa aceptación, empecé a ser más yo, cada día más y así hacer infinidad de cosas, que, de haber vivido dentro de una relación, no hubiese hecho en aquellos años de la década de los 20 para descubrir el mundo, descúbrelo!

 Sin esa ruptura, nunca hubiese descubierto quién soy con tanta claridad para saber lo que no quería, y sí lo que quería, ni tampoco hubiese recorrido tanto mundo.

Mi esencia la descubrí sola, como individuo, sin apegos ni nadie a quien escuchar. Pues empecé a escucharme a mí misma y esa escucha me ayudó a tomar decisiones valientes y vivir una vida para mí, y no para dos ni en base a otra persona. Mi vida ha sido tan bonita, tantas experiencias, que no la cambiaría por nada ni por nadie. He vivido siendo fiel a mí misma, volando por libre y en el camino he conocido a muchas personas, de todos los tipos, aprendiendo a reconocer en cada uno un trocito de mí. Y claro que me enrolé de nuevo y volví a tener relaciones, claro que sí, pero ninguna en la que querer detenerme, pues con ninguno de los barcos quería llegar puerto. Y es que para llegar a puerto necesitaba ser yo PLENAMENTE y esta es una travesía con muchas posibilidades de atraque, pero no todos los puertos son excelentes.

Vivir plenamente conlleva saber quién eres, ser tú siempre y que te acepten con tus luces y tus sombras en cada momento. Pues querer se ha de querer en GRANDE, y estas mayúsculas significan mucho. No te quedes con las migajas, aspira al amor con mayúsculas, y el más grande, empieza por ti misma.

Mi aprendizaje quiero que sea también un trocito del tuyo

Así que, si te encuentras en una situación similar en tu década de los 20, te presto mi experiencia para decirte que la vida tiene muchas posibilidades para ti, solo tienes que armarte de valentía, reconocerte y ser tú misma, explorar quién eres y sentir. Pues si hay alguien que de verdad te quiere tal y como eres, esa persona eres tú.

Por terminar al estilo de las películas de Hollywood, te diré que sí, qué ÉL apareció cuando estuve preparada para querer llegar a puerto y detenerme con alguien de verdad, que me dejara ser yo PLENAMENTE, y queriéndome en GRANDE.  Apareció y este mes hace 11 años que nos conocimos, nos descubrimos, conversamos, y nos enamoramos. Y aquí seguimos, dándolo todo en nuestro día a día y creciendo uno junto al otro. Ante todo, siendo individuos, y creciendo como pareja. Y este es otro capítulo maravilloso de mi vida, que me estaba esperando en algún punto del planeta, y cuando mi barco atracó, él estaba allí.

Y si me preguntas, ¿por qué él? Te diré que eso es lo mejor, no lo sé, porque el AMOR con mayúsculas no responde a la razón, tan sólo al corazón.

Hoy escribo para ti que necesitas aliento, escucha una mínima parte y me daré por satisfecha.
Vigela Lloret. La vida es de los valientes.